Wednesday, January 02, 2013

Follow the city lights





Segunda visita de este año a la Metrópoli justificada en esta ocasión por el empeño de realizar un deseo largamente aplazado, el de contemplar parte de la celebración que acaba de terminar en una gran ciudad que además tuviera el tiempo adecuado a esta época (y no como en Tenerife donde de hecho es precisamente en estas fechas donde tiene lugar la temporada alta). Como de costumbre dividiremos la visita en secciones.

MADRID ITSELF

Asumido ya que en la meseta central hace frío lo cierto es que éste nunca pasó de lo tolerable, esto es entre los 5 y los 10 grados, por desgracia apenas pude vislumbrar el bonito sol de invierno madrileño pero al menos, y a pesar de la abundante nubosidad, apenas llovió y cuando lo hizo no fue de modo intenso con lo que me doy por satisfecho.

En cuanto al ambiente navideño reiterar lo mucho que me agradó ver en la segunda semana de Diciembre a gente vestida con elegantes ropas de invierno (el conocido pijerio de parte de la población autóctona alcanza en estas fechas su momento de gloria suprema) en lugar de con camiseta imperio y bermudas. Encontré que había en la calle mucha menos gente de la que esperaba pero también es cierto que llegué a la ciudad justo al final del puente de la Constitución y por lo tanto las grandes masas provincianas ya se habían retirado a sus cuarteles de invierno.

Aparte de eso encontré la iluminación municipal efectiva aunque sobria por no mencionar el desagradable hecho de que dichas luces se apagaban a las 22.30, ignoro cuánto se puede ahorrar con esta medida pero considero que se pierde mucho más en cuanto al ánimo popular, como si nos quisieran recordar que la crisis no descansa nunca. Como me temo que ocurrirá en el futuro, las mejores luces callejeras fueron las auspiciadas por la iniciativa privada en forma de asociaciones de comerciantes resaltando a este respecto (noblesse oblige) las de la Calle Serrano y adyacentes, sobre todo unas en forma de araña (araña luminotécnica se entiende).

Por otro lado destacar el ambiente en Callao (para mí el auténtico centro de Madrid) con un árbol bastante molón y una pista de patinaje artificial para nenes. El árbol de la Puerta del Sol resulto algo menos molón pero al menos permitía la curiosa aventura de poder penetrar en su interior.    










Por último tengo que hablar de Cortylandia, una tradición por lo visto bastante antigua pero que yo desconocía por completo. Sinceramente lo encontré el típico ejemplo de función supuestamente para niños pero que en realidad disfrutan los padres pues no de otro modo se explica el grotesco espectáculo de papas y mamas cantando, bailando y en general haciendo el ganso a sus anchas mientras sus hijos les miraban con asombro en plan “¿pero qué le pasa a este tío”?




FAMOSOS VISTOS
 







COMER Y BEBER

Aparte de comprobar que los sitios comentados en anteriores ediciones (Nueva Galicia, Escalero,…) siguen gozando de buena salud añadir a la lista un par de descubrimientos recientes como la Cervecería-Restaurante Naviego en la Calle Mayor donde puede que el vino sea un poco más caro que en otros sitios aunque como compensación te sacuden una tapa de morcillas con papas fritas que te deja templado hasta la hora de comer (como buen aperitivo que se precie). También no lejos del centro está el Bar La Alegría en la Calle Las Veneras, un tascarro que parece salido de los años cincuenta (parroquianos incluidos) y que sobrevive orgullosamente (aunque me temo que no por mucho tiempo) entre las numerosas franquicias entre las que está encajado, vino a granel por un euro más tapa de tortilla casera, difundan el culto.







Ya algo más alejado del centro (Barrio de Carabanchel nada más salir de la parada del metro de Oporto) está el Yakarta donde por la primera caña te ponen un buen plato de paella y con la segunda otro de sardinas fritas ¿quién quiere ir a comer después de eso?

Para acabar con el tema gastronómico señalar el último grito a ese respecto en el “dowtown” madrileño. La séptima planta de El Corte Inglés de Callao ha pasado de ser una sección de oportunidades de medio pelo a un espacio denominado “Gourmet Experience” donde se pueden encontrar cosas como Coca Cola de Vainilla (sí, esa que bebía John Travolta hace 20 años en “Pulp Fiction”) o pan de centeno de molde con virutas de arándanos, asimismo la cafetería estilo 1975 desde la que se contemplaba (y todavía se contemplan) excepcionales vistas nocturnas y diurnas del centro de Madrid ahora es un conjunto de pequeños establecimientos de comida donde te cobran 5 euros  por sólo decirte “hola”. ¡Pero es que es un sitio tan mono!







MUSEOS Y TAL.

Como de costumbre visita al Caixa Forum, institución que casi siempre tiene alguna exposición interesante y además gratuita. En este caso había una de Cartografía, de la que especialmente me gustaría destacar el “Esbozo para mapamundi” de un tal Oyvind Fahlstrom, una obra que necesitaría por sí sola un par de horas de dedicación (y también una buena lupa).






En otra planta del mismo edificio una exposición llamada “Torres y rascacielos. De Babel a Dubai” que consiste en una serie de maquetas que hace un recorrido sobre los grandes rascacielos de la historia y no sé ustedes pero a mí me chiflan las maquetas.








Días más tarde visité la Fundación Juan March (situada en el barrio de Salamanca y también de entrada gratuita) para ver una muestra llamada “La isla del tesoro” dedicada a la pintura británica de entre los siglos XV y XX. Cuando se habla de pintura británica a mí sólo me salen los nombres de Turner, William Hogarth y Francis Bacon, del primero no recuerdo que hubiera ningún cuadro, del segundo se mostraba una de sus conocidas series morales (y de las que algunos dicen que fueron precursoras del cómic) pero  como suele ocurrir (al menos para los que no entendemos de arte) las cosas se empezaron a animar cuando llegamos al extravagante arte del Siglo XX del que destacaría este mapa de la Pérfida Albión hecho con basura.






Aparte de eso en los edificios de Telefónica (o de MoviStar que ahora mismo no me acuerdo) de la Gran Vía y aledaños hay una exposición bastante maja llena de autómatas que por desgracia a la hora en la que fuí estaban en su mayoría apagados.

TEATRO

A pesar de mi manifiesta aversión a las tablas en general (y a las comedias en particular) acudí invitado a una función en el bonito y viejo (y frío) Teatro Lara para ver una comedia llamada “Burundanga” que es el nombre vulgar que recibe la escopolamina, una especie de suero de la verdad, una sustancia que es precisamente la que desencadena esta comedia de enredos bastante graciosa de por sí (yo desde luego me he reído y es algo que no me pasa a menudo) y que además cuenta con un aliciente argumental del que no hablaremos pero que supone un agradable ejemplo de lo mucho que han cambiado los tiempos para hacer bromas con respecto a según qué asuntos.








CINE

Cinematográficamente la ciudad estaba siendo invadida por el huracán “hobbit” lo cual significaba que ningún otro estreno que tuviera intención de cubrir gastos se atrevería a competir con la nueva obra de Peter Jackson, y dado mi escaso interés por la película (dejando aparte el hecho de que hace falta tener cara dura para exprimir tres filmes de dos horas y pico cada uno a partir de un texto tan breve y simple) no había muchas otras alternativas de manera que no hubo más remedio que escudriñar en los bajos fondos del cine madrileño.





Acudir al “Pequeño Cine Estudio” no es tarea fácil, en primer lugar hay que superar el prejuicio que su petulante nombre produce, en segundo lugar no resulta fácil de encontrar (yo mismo no sabría cómo regresar allí así que no esperen que se los diga a ustedes) y en tercer lugar hay que pasar por la sórdida sensación de estar entrando en la parte de atrás de un restaurante chino de medio pelo. Pero al fin y al cabo de lo que se trata es de que estamos ante un establecimiento que estrena cosas que nadie más se digna a tener en cuenta y sólo por eso se justificaría su existencia, es por ejemplo uno de los pocas salas (creo que incluso la única) que exhibió “O Apóstolo” la película de animación española cuyos desgraciados avatares tuvimos ocasión de comentar hace algunas semanas. 

 

En este caso la película que fuimos a ver era “The Black Power mixtapes” un documental sobre el movimiento de liberación negro en Estados Unidos basado en la recopilación de una serie de reportajes de la televisión sueca entre 1967 y 1975. La película hace precisamente un recorrido del movimiento entre estas dos fechas, arrancando con la alternativa al movimiento pacifista de Martin Luther King que ofrecían los Panteras Negras y terminando con la degradación que la heroína causó en los barrios negros durante los años setenta. El documental tiene las mismas ventajas e inconvenientes que todos los filmes de este tipo, la ventaja es la pura exhibición en crudo del poderoso material histórico que la ilustra y el inconveniente es la falta de un hilo conductor (si exceptuamos una serie de voces en off de personalidades del movimiento que no aportan demasiado y que para el espectador casual son enteramente desconocidas) y la sensación de que se trata precisamente de un mero ejercicio de acumulación de imágenes.
 



Más que una sala de cine con tienda incorporada “Artistic Metropol” es una tienda con sala de cine incorporada en una de las distribuciones de interiores más peculiares que haya visto nunca. El establecimiento tiene una vocación “friki” un tanto irritante (recuerdo que el dependiente-taquillero me comunicó el hecho de que una de las películas que fui a ver sólo podía verse en versión doblada con algo de aprensión como si temiera que yo fuera a saltarle al cuello), de hecho se presenta a sí misma como una sala especializada en terror aunque tuve ocasión de comprobar que su programación amen de abundante era también bastante variada. La cosa está localizada en una oscura calle paralela al Paseo de las Acacias (metro homónimo) en la que comparte espacio urbano con establecimientos abandonados uno de los cuales estaba siendo saqueado por una familia de los Cárpatos el primer día que acudí a conocer el lugar. Allí vi dos películas.

 




No sabía nada de esta película y la verdad es que su visionado ha sido un verdadero descubrimiento. Filmada en 1962, y con una irremediable vocación de cine independiente, se trata de un filme que por temática (e incluso por estética) recuerda a una larga serie de títulos posteriores que no vamos a mencionar pero que un espectador veterano podrá ir identificando. Dado que no parece un material sencillo de conseguir pondremos un enlace a un vídeo de youtube donde se puede ver entera y verdadera.

                                   
 







Hace unos años se estrenó (es un decir) un documental sobre la vida de Joe Strummer, la verdad es que no recuerdo si en dicho documental se hacían demasiadas menciones a una parte de la vida del músico inglés que se desarrolló en nuestro país. “Quiero tener una ferretería en Andalucía” sí que hace referencia precisamente a ese período que se inició cuando la gran etapa de “The Clash” había ya finalizado. El experimento no tiene ninguna posibilidad de ser contemplado desde otra postura que no sea la simpatía o la comprensión, el material original es reducidísimo (no creo que ocupe más de un 5% del metraje) y casi toda la película se basa en testimonios de gente que conoció a Strummer en su época andaluza y nos narran las numerosas anécdotas que tuvieron lugar en dicho período, una forma de cine documental que por lo general suele resultar bastante pobre pero que en esta cinta resulta conmovedora, o al menos yo he tenido la sensación de conocer mucho más de la personalidad encantadora y excéntrica de este hombre de lo que nos narraba el académico documental mencionado anteriormente.
 



Y esto ha sido todo lo que ha dado de sí nueve días en la meseta. El año que viene más (o no).
Fuera ya de los establecimientos marginales donde vi las películas anteriormente comentadas (hablo de los multicines Golem, que están dentro de los circuitos cinéfilos aunque de una forma más establecida) tuve ocasión de ver “César debe morir” de los hermanos Taviani que narra la historia de una función del “Julio César” de Shakespeare actuada por reclusos de una cárcel de máxima seguridad italiana (con la excepción del hombre que da vida a Bruto que, aunque es un antiguo recluso, cuando se rodó el filme ya hacía tiempo que se había convertido en un actor profesional al que pudimos ver por ejemplo en “Gomorra”). Aunque un tanto difuso en sus intenciones es un filme interesante que se apoya sobre todo en la fuerza interpretativa de sus actores aunque el aspecto más interesante de la historia (es decir la influencia que la obra tiene en la vida real de sus interpretes) se queda en un mero esbozo cuyo ejemplo más ilustre es la devastadora frase con la que concluye la película.
 


Y esto ha sido todo lo que ha dado de sí nueve días en la meseta. El año que viene más (o no).
 











6 Comments:

Anonymous Sr. Biltons said...

El artículo podría haberse titulado “Sisterboy Drama: Madrid Days” jejeje

Vi “El Carnaval de las Almas” hace mucho tiempo, creo que Wes Craven produjo un remake y quería ver la original, la verdad es que no tengo muy buen recuerdo de la película. Creo que me aburrió bastante pero tampoco la vi en las mejores condiciones de concentración y sueño, supongo que el final sería una bomba en su época… en fin a lo mejor le doy otra oportunidad.

Feliz año para usted y sus lectores.

7:11 AM  
Blogger SisterBoy said...

Supongo que te refieres a esto http://www.imdb.com/title/tt0120627/ en principio la sinópsis no encaja mucho con el argumento de la película original pero habrá que seguir investigando. Y sí yo le daría otro chance a la peli ;:)

10:31 AM  
Blogger Slim said...

Feliz año y felices Reyes Mr Sisterboy!
yo también he ido al cine estas vacaciones, he visto dos pelis y una me ha gustado y la otra no
Skyfall: NO
Los Miserables: SI

las has visto? A mi LM me ha encantado, claro que si no te gustan los musicales no vayas, la gente hasta se iba del cine. Pero a mí me emocionó.

Y Daniel Craig definitivamente no es BOND.

1:40 AM  
Blogger SisterBoy said...

Pienso ver Los Miserables en cuanto pase la vorágine navideña, y sí, lo de la gente que se va del cine pasa practicamente en todas las sesiones, de hecho circula por ahí un twit bastante diver al respecto.

http://sphotos-a.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-ash4/307124_10151327475670699_10630363_n.jpg

Por lo general nunca veo pelis de bond

9:32 AM  
Blogger El Impenitente said...

Adoras a las pijas de cualquier ciudad.

En Valencia hay una tienda de nombre The taste of America que te encantaría.

He de decir que, como componente de las hordas provincianas, este año no acudí a Madrid el día de San Silvestre sino dos días después (fecha que te resultará entrañable). Ana quería ir al Thyssen a ver una exposición de Cartier, exposición a la que no entré cometiendo un crimen de lesa cultura, ya sé, puesto que preferí callejear por los alrededores y acercarme al Retiro, que si no es el verdadero centro de Madrid, para mí es su esencia. Luego callejeamos y nos confundimos con provincianos y turistas, yéndonos antes de que anocheciese, por lo que no vimos la iluminación. Los que corrieron la San Silvestre sí que verían bien la de Serrano. Otro año será.

8:40 AM  
Blogger SisterBoy said...

Yo también visité El Retiro, nunca olvidó saludar a la estatua del angel caído

12:35 PM  

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