Friday, July 27, 2012

Esta semana he visto...




La mayor parte de las películas mencionadas  aquí han caído en un injusto olvido. La que nos ocupa hoy en cambio pasará desapercibida con todo merecimiento.



Bien es cierto que el comienzo es prometedor (mas algo estropeado por la presencia de John Leguizamo al que una carrera de casi treinta años no ha logrado aun convencer a nadie de que es un actor horrible) pero eso es una condición necesaria aunque no suficiente (de comienzos prometedores está lleno el cementerio cinéfilo), y tampoco resulta un problema el hecho de que un espectador curtido en el género ya sea capaz de antemano de adivinar que posiblemente no exista una explicación satisfactoria al hecho sobrenatural cuyas consecuencias se describen, ya  que muchas veces el citado hecho  no tiene otra función que servir de marco para el desarrollo de la acción. El problema está en que aquí esa acción resulta totalmente carente de fuerza dramática, pobremente desarrollada y además puesta en escena por unos personajes que no provocan el más mínimo interés por el destino que les espera, todo lo cual deja como conclusión un filme que parece el simple esbozo del episodio piloto de una serie no demasiado estimulante (no en vano dirige un hombre que ha llevado a cabo casi toda su carrera en el mundo de la pequeña pantalla con la excepción de “Sesión 9” que por cierto tampoco me gustó). En fin que si quieren ver una buena película con una temática casi idéntica a este busquen la también desconocida (pero en esta ocasión de forma inmerecida) “The  Quiet Earth”.



Con “Vanishing on 7th street” terminan los comentarios sobre la segunda parte del Dossier de la revista “Dirigido” sobre películas de terror inéditas en España en lo que llevamos de siglo así que hagamos un repaso rápido.



MUY RECOMENDABLES



  • Dai Nipponjin (Big Man Japan)
  • The Children
  • Martyrs
  • Enter the Void
  • Triangle
  • Dream Home





POCO RECOMENDABLES



  • Vinyan
  • Vanishing on 7th Street





PREFERIRIA BESAR EN LA BOCA A MARTINEZ PUJALTE ANTE QUE VOLVER A VERLAS



  • Rubber
  • The Orphan Killer 





Próximamente serán comentadas las películas de la primera parte del dossier (de cuya existencia he podido tener noticia gracias a la bibliotecaria favorita del blog) con excepción de algunas que ya vi hace tiempo, una es “Black Water” una producción australiana bastante maja aunque no demasiado memorable (de hecho me había olvidado de que la había visto) y la otra es “Eden Lake” que posiblemente recordaré al menos una vez al mes en lo que me queda de vida, y si ustedes la ven también les pasará lo mismo.






Siguiendo la pista de la interesante “Take Shelter” se llega hasta “Shotgun stories”, primera película dirigida por Jeff Nichols. Es curioso el parecido entre este argumento y el descrito en la también reciente “Hatfields and Mccoys”, en ambas producciones se narra una disputa entre dos familias que, partiendo de un acontecimiento aparentemente nimio, se iba alimentando a base de represalias y contrarrepresalias, el hecho de que entre estas dos historias haya ciento cincuenta años de separación no parece influir mucho en la dinámica progresiva e imparable de estas enemistades de la América rural.


La trama que nos ocupa en esta ocasión está tan aferrada a la narración naturalista de los hechos que la verdad es que resulta un tanto sosona, sobre todo en comparación con “Take Shelter” aunque para mí lo más valioso de ambas películas reside precisamente en esa descripción implícita de una forma de vida que puede tornar de la rutina al caos en un instante.








Todo el mundo sabe (o al menos lo sabe la parte del mundo que a mí me interesa) que en ocasiones importan más los efectos que las causas. En los primeros minutos de “The Divide” una catástrofe obliga a un grupo de residentes de un edificio a refugiarse en el sótano. No importa quién ha causado el cataclismo ni por qué (y cuando la película olvida eso cae en sus momentos más flojos), importa meter a una variopinta muestra de la raza humana y urbana en un recinto cerrado y ver qué es lo que pasa.



Y pasan cosas increíblemente sórdidas, de hecho la película parece consagrada por entero a mostrar esa sordidez y la progresiva degradación del cuerpo (premio al departamento de maquillaje  por conseguir el rostro más aterrador que he visto en mucho tiempo) y la mente de los forzados habitantes del subsuelo por más que (al revés que en otros filmes de temática semejante) ninguno de ellos (con una única y llamativa excepción) muestre una personalidad diferente a la que apuntaba desde su primera intervención en la trama. Pero repito que aquí lo que importa es la poética de la inmundicia, uno debe dejarse absorber por ella, contemplarla con un interés puramente morboso o en el caso contrario dejar de ver este filme a poco de empezar el metraje.



Además de destacar el diseño de producción y la ya mencionada labor de caracterización, señalar igualmente lo esforzado de algunas interpretaciones (lo de Rosanna Arquette en esta película es como para darle diez oscars y un camión de sugus por añadidura) y volver una vez más a los clásicos para señalar a la imprescindible “El ángel exterminador” (al contrario que en otras críticas que se detienen en comparar esta película con “Cube” o “La niebla”)  como la gran inspiradora de este tipo de argumentos, de hecho si me pidieran que definiera “The Divide” diría que es “El Ángel Exterminador” después de una ducha de mierda (dicho sea por cierto sin ánimo peyorativo).



    “Trouble Every Day” (omitiremos el desgraciado título en castellano que circula por ahí porque, además de ser una mierda, revela algo que es más sugerente conocer a medida que avanza el filme) se estrenó en 2001, es decir hace más de diez años,  y personalmente no conocí de su existencia hasta hace un par de semanas. Es descorazonador pensar cuantas películas excelentes pasan de largo por la piel de toro sin estrenarse ni siquiera en los circuitos más marginales.

    Bueno y no es que “Trouble…” sea una obra maestra, ni siquiera del género de terror, pero es desde luego una cinta muy interesante que me hubiera gustado ver en su día.  Es también un filme en el que resulta difícil entrar, de una cadencia lenta o más bien reposada y en el que durante al menos tres cuartas partes del metraje resulta complicado determinar cual es el significado real de lo que estamos viendo y cómo encajarán todas las piezas. Adelanto que al final sí que encajan y lo hacen además sirviendo al espectador dos escenas de una brutalidad y sadismo casi insoportables que compensaran con creces a los buscadores de sangre que posiblemente hasta esa explosivo conclusión se estarían aburriendo de lo lindo.

    Protagonizan Vincent Gallo tan chulo como siempre y Beatrice Dalle a la que no había vuelto a ver desde “The Blackout” y que vuelve a ser (como en aquella vez) lo mejor de la función en un papel para el que parece haber nacido.


Una parodia del género de superhéroes protagonizada por Rainn Wilson conocido por ser el capullo de la versión americana de “The Office”, aunque algunos le recordamos más como el capullo de “A dos metros bajo tierra”.



Puede que me pillara en un mal día pero la película me ha parecido una gilipollez sin la menor gracia, la quité de en medio a los 15 minutos de empezar a verla y dudo mucho que le de otra oportunidad. Cuando quiera ver una parodia del cine de superhéroes volveré a visionar “Kick ass” que tiene más miga y además salen niños diciendo “cunt”, o a lo mejor la primera temporada de la imprescindible “The Misfits”, incluso preferiría bajar a las catacumbas  y recuperar algún episodio de “El Gran Héroe Americano”.

     




Nunca tuve mucho interés en la saga “Tetsuo”, no vi las dos primeras y no hubiera visto esta de no haberse incluido en el Dossier de marras. Lo cierto es que durante las primeras escenas estuve a punto de volver a tirar la toalla como había hecho con “Super”, el desfile de actuaciones penosas (¿pero de dónde han sacado al tal Erick Bossic dios mío?), montaje desestabilizado y situaciones ridículamente dramatizadas daban como resultado algo que parecía una versión de “Inframan” filmada al estilo de un culebrón venezolano.


Afortunadamente se trata de un filme que dura muy poco (unos setenta minutos si no recuerdo mal) y que mejora mucho en su tramo final que incluso termina por ser brillante, de todos modos creo que este tipo de productos definitivamente no son de mi gusto. 




La tierra se ve invadida por una plaga de criaturas victimas de una infección de origen desconocido, la  sociedad tal y como la conocemos se ha derrumbado y ha sido sustituida por grupos de humanos aislados que tratan de sobrevivir con mayor o menor nivel de barbarie. ¿Les suena el argumento? Podríamos mencionar media docena de títulos sin tener que forzar mucho la memoria, empezando por la seminal “Soy leyenda” y terminando por la reciente “The walking dead”. El hecho de que en esta ocasión se trate de vampiros y no de zombies es indiferente, primero porque estos vampiros tienen un comportamiento bastante “zombie”, y segundo porque su presencia en la trama sirve, también como suele ser habitual, para analizar el comportamiento humano en relación con la amenaza a la que se enfrenta.


En definitiva podríamos estar ante una nueva variante de una formula que empieza a dar síntomas de agotamiento, sin embargo a mí “Stake Land” no me ha dejado esa impresión. De hecho considero la forma en que está filmada esta historia como una novedad respecto al estilo habitual de los filmes postapocalítpicos, aquí no hay apenas ninguna ocasión para el disfrute lúdico que ofrecen este tipo de argumentos, no hay reposo ni para el espectador ni para los sufridos protagonistas del drama en su huída hacia ninguna parte y el tono general de la película está teñido de una extraña melancolía más propia de un western crepuscular que de un argumento de “ciencia-infección”. De entra las múltiples referencias de las que esta película podría resultar deudora yo personalmente elijo el gran parecido que tiene con “La carretera”, sobre todo por esa relación paterno-filial y de aprendizaje vital que se establece entre los protagonistas aunque a mí “Stake Land” me parece una obra más honesta y entrañable que la feísta y algo tramposa historia protagonizada por Viggo Mortensen. En resumen un agradable descubrimiento que me gustaría recomendar. 




Esto sí que no me atrevo a recomendárselo a nadie. Dirige Werner Herzog, uno de los escasos supervivientes del Nuevo Cine Alemán de los setenta (Fassbinder la palmó y parece que Win Wenders jamás se recuperará del espanto de “El hotel del millón de dólares”) ahora reconvertido en prestigioso director de documentales con algún retorno puntual al mundo de la ficción (consiguió, por ejemplo, la loable hazaña de conseguir que su versión de “Teniente corrupto” fuera aún más desquiciada que la primera).



“The wild blue yonder” no puede inscribirse en ninguna de las dos categorías mencionados en el párrafo anterior, no es desde luego un documental (ni siquiera un falso documental pues este subgénero pretende en cierto modo tener alguna apariencia de realidad) pero tampoco se trata de una ficción al uso. Para no liarnos, esto va de un habitante de otro planeta (interpretado por Brad Douriff) que narra la doble historia de cómo los de su raza viajaron hacia la tierra y como a su vez los terrícolas devolvieron la visita al planeta del alienígena, para ello Herzog se vale de una serie de imágenes de archivo que incluyen documentales sobre pioneros de la aviación, estaciones espaciales y exploraciones submarinas en la Antártida, y todo ello amenizado por una inquietante banda sonora que no hubiera desentonado en absoluto en la célebre secuencia del viaje a las estrellas de “2001 una odisea en el espacio”.

En definitiva una verdadera marcianada (nunca mejor dicho) que espero que les pille en un día especialmente receptivo a su lado más vanguardista aunque por mi parte opino que una de las cosas más sugerentes que pueden suceder hoy en día en el mundo del cine es asistir a alguna de las demostraciones de este auténtico francotirador del séptimo arte.




   





En “Cautivos del mal” (“The bad and the beautiful”) Walter Pidgeon le explica a Kirk Douglas (o puede que fuera al revés, no lo recuerdo) que el autentico significado del terror reside más en lo invisible que en lo visible.



La película uruguaya “La casa muda” parece seguir esta doctrina y ofrece una muestra del auténtico y puro terror más refinado. Decía Jean Luc Godard  que para hacer una película sólo hacía falta una chica y una pistola, parafraseando ese lema yo diría que para hacer una película de terror sólo hace falte una chica y una casa vieja.



Y así es “La casa muda”, durante casi la mayor parte del metraje, sólo una mujer asustada con un candil en la mano recorriendo un caserón solitario lleno de ruidos y sombras (filmada además en un único plano secuencia de hora y veinte minutos de duración, algo de lo que me percate sólo cuando leí comentarios a posteriori y que precisamente por eso considero un acierto más de la película) en un angustiante tour de force en el que se tiene la sensación de que cualquier cosa puede suceder, lo dicho, puro y simple terror en una historia cerrada sin pasado ni futuro. Es posible que algunos encuentren esta forma de narrar monótona o aburrida pero personalmente yo he tenido que ver casi toda la película con el dedo sobre el botón del “mute”.



Los autores de este filme pueden considerarse gente arriesgada pero no tanto como para no tratar de conducir este virtuosismo técnico hacia alguna clase de desenlace explicativo, es algo inevitable (de otro modo el filme podría haberse considerado como un mero videojuego) pero también es inevitable que estos sean los momentos menos valiosos de la cinta, aunque nada de esto puede desvirtuar la buena impresión que causa esta producción charrua de la que lo mejor que se puede decir es que da un miedo que te cagas por la pata abajo ¿y no es eso exactamente de lo que se trata en todo este asunto?. 

Friday, July 20, 2012

Esta semana he visto...







Además de ser un melodrama como de costumbre excesivo (Fassbinder se declaró siempre un gran admirador de Douglas Sirk), “El matrimonio de María Braun” funciona como una evidente metáfora sobre la Alemania de post-guerra, la acción se inicia (después de un prólogo que merecería entrar en alguna clasificación sobre los mejores comienzos de películas de la historia ) precisamente durante el comienzo de la ocupación aliada tras la guerra y concluye en pleno apogeo de lo que se conoció como “milagro alemán”, de hecho el propio personaje de María Braun podría ser considerado en sí mismo también como una metáfora, alguien empeñado en progresar sin detenerse en ningún tipo de consideración moral como forma de borrar de la historia un denigrante pasado del que sin embargo es imposible desprenderse, un pasado encarando asimismo por ese marido militar al que la guerra, la cárcel y el exilio mantiene siempre alejado de una mujer que sin embargo no dudará en llegar al asesinato (en una escena particularmente ridícula aunque esto es algo que no debe extrañar a ningún espectador familiarizado con la obra del cineasta alemán) para protegerle. 

Hannah Schygulla más sexy que nunca (y eso que parecía difícil estar más sexy que en “Atención a esa prostituta tan querida”) aunque mi chica Fassbinder favorita siempre será Irm Hermann



 
Tengo el honor de haber sido uno de los primeros que vio la película “Memento” en España, fue durante el festival de Sitges, recuerdo que aquel año también se proyectaba “Following”, el primer largometraje (es un decir) de Christopher Nolan y recuerdo también que tras leer la sinopsis me entraron grandes deseos de echarle un vistazo (incluso antes de que “Memento” me dejará tan impactado, tanto a mi como al resto de la en ocasiones insoportable audiencia festivalera) pero todo el que ha estado en un festival de cine sabe bien que sólo dividiéndose uno en ocho partes sería capaz de ver todas las cosas que le gustaría.

De este modo no ha sido hasta más de diez años después cuando he tenido ocasión de ver por fin el primer filme de Nolan. Filmada en blanco y negro y de no más de setenta minutos de duración ( ¡ah esas operas primas en las que no hay una perra para el presupuesto pero en la que el autor dispone de una refrescante libertad casi absoluta!, Nolan ya no hará jamás una película de 70 minutos) es la historia de un aspirante a escritor, solitario y aburrido que trata de buscar la inspiración siguiendo a desconocidos por la calle. El perseguidor adoptara una serie de reglas para que este inocente pasatiempo no se transforme en obsesión, al incumplir dichas reglas caerá directamente en una trama que Raymond Chandler o James Cain hubieran encontrado digna de sus plumas. Sería imperdonable contar algo más.

 
Después de la mala impresión que me causó “Gangs of  New York” no me quedaron muchas ganas de volver a ver otra macro película firmada por Martin Scorsese, ¿Pensaba acaso que el director de las cejas pobladas había perdido su acreditada capacidad para sacar adelante proyectos tan complejos en duración y contenido? ¿Sería “El aviador” un nuevo fiasco?

Ahora mismo no recuerdo cómo recibió el público aquel estreno del año 2004 pero desde entonces muchas personas cuya opinión respeto me habían recomendado no hacer caso a aquella desconfianza inicial y hoy, ocho años después, por fin puedo decir que estaba equivocado. “El aviador” es efectivamente una excelente película y no el pollo sin cabeza que era “Gangs…”, aquí Scorsese vuelve a revelarse como un maestro a la hora de equilibrar un filme cuya larga duración queda en todo momento compensada por un desarrollo que evita momentos bajos de ritmo y que incluso termina dejando una cierta sensación haber asistido a una obra breve o inconclusa, algo de elogiar en un filme de 170 minutazos de duración, quizás sea porque  Scorsese tiene a mi entender el acierto de evitar un biopic al uso concentrándose exclusivamente en un período de veinte años de la vida de Howard Hughes eludiendo mostrar la infancia del personaje (que además está perfectamente resumida en la magistral escena que prologa la película) así como su miserable final.

Como valor añadido reconocer que resulta agradable contemplar una  superproducción “como las de antes” con un argumento adulto (me refiero a que no salen enanos ni polifemos)  y en la que, a pesar de que los efectos especiales son evidentes, uno no tiene la sensación de que los actores se han pasado todo el rodaje haciendo el machango delante de una pantalla azul. 


 
Por pura casualidad la película que vi a continuación de “El aviador” fue “Who´s knocking at my door” el primer largometraje de Martin Scorsese.

Todo el que conozca un poco la obra del director neoyorquino no podrá evitar establecer comparaciones entre esta opera prima y la posterior “Malas Calles”. En ambas se narran las tribulaciones de un personaje (en las dos películas interpretado por Harvey Keitel) que se debate entre mantenerse fiel a la cultura de barrio italoamericano en la que ha crecido (una cultura que por cierto el director conocía muy bien -aunque más como espectador que como participante- y que siempre supo retratar de forma honesta e inevitablemente brutal) o iniciar una relación con una mujer muy alejada de ese mundo.

La diferencia entre esta película y “Malas calles” es la misma que había entre la sociedad y la forma de hacer cine en 1968 y en 1972, y aunque soy un gran defensor de “Malas Calles” lo cierto es que he encontrado a “Who´s Docking at my door” mucho más humana y encantadora, y más estimable incluso en esa magistral forma en la que Scorsese ha sabido siempre combinar imagen y música.


 
Al sentarme a ver este remake americano de una cinta de terror japonesa del subgénero “pelo enchumbado” (una práctica muy popular a principios de la década pasada) no buscaba más que un mero entretenimiento, más me hubiera valido pasarme los noventa minutos que dura la película jugando a estallar burbujitas en alguna página al uso en Internet.

Sunday, July 15, 2012

Esta semana he visto







Por muy mala que me pareciese se puede entender la inclusión de  “Rubber” en el dossier del “Dirigido” sobre películas de terror filmadas en lo que llevamos de siglo pero inéditas en España, al fin y al cabo se trata de “algo” lo suficientemente heterodoxo como para justificar dicha inclusión. Pero ¿Esto? ¿Un asesino enmascarado que mata usando toda clase de armas  blancas aquejado de alguna clase de  trauma infantil? ¡Esa mierda ya estaba pasada de moda hace treinta años!.

Pues nada, “The Orphan Killer” es un slasher como los de antes pero orientado hacia el “torture porn”  (en la Wikipedia encontraran toda la información sobre estos anglicismos intraducibles)  sin más interés que algunas escenas de un sorprendente contenido blasfemo y que van desde la quema de una imagen de Benedicto XVI hasta una monja practicando una felación en medio de una iglesia. Totalmente prescindible salvo que no hayas visto una película de terror desde 1975.

P.D. el corrector de Word no reconoce la palabra “felación”  


 
Intrigado tras visionar la primera temporada de la serie “Girls” me decido a ver esta película igualmente escrita, dirigida e interpretada por Lena Dunham. Efectivamente “Tiny furniture” es una especie de ensayo de la serie que se estrenaría dos años después (el tema es prácticamente el mismo e incluso participan algunos actores que luego repetirán en la serie) en lo  que podríamos definir como el “Reality bites” de la segunda década del siglo XXI. Eso sí, queda claro que a este argumento le viene mejor el formato breve de episodios de 20 minutos que el de un largometraje de 90. De hecho podrían haber subdividido el filme en 4 partes y presentarlo como los nuevos capítulos de la segunda temporada y nadie se habría dado cuenta. Bueno quizás la película sea algo más triste y patética que la serie, aunque pensándolo mejor creo que es igual de patética pero eso sí, más triste


 
Por lo general la gente vio primero la serie “Twin Peaks” y algunos además vieron posteriormente la película-precuela “Fire walk with me”. A mí me ha pasado al revés.

Lo cierto es que el hecho de ver esta película ha respondido sobre todo a un afán completista de la obra cinematográfica de David Lynch (bueno queda “Dune” pero creo que no voy a llegar tan lejos), además yo ni siquiera he visto “Twin Peaks”, una serie que llegó hasta mí tarde y mal debido a que en la época de su célebre estreno en Tele 5 (¿De verdad existió un país en el que una serie como “Twin Peaks” constituyó  un éxito de público e incluso un cierto fenómeno social?) las privadas no podían verse todavía en Canarias. Cuando tal cosa ocurrió estaba empezando la segunda temporada y todo el mundo está de acuerdo en que no era lo mismo.

Recuerdo que en la época de su estreno “Fire walk with me” disfrutó de cierta fama de incomprensible y de ida de olla lynchiana, por supuesto eso fue antes de que cosas como “Carretera Perdida”, “Mulholland Drive” e “Inland Empire” convirtieran aquella película en algo con una estructura razonablemente lógica. Yo la he visto con cierta distancia, quizás porque no tenía el estímulo de haber visto previamente la serie, de hecho creo que por fin voy a hacerlo ahora, por eso digo que haré lo contrario de lo que ha hecho todo el mundo.

Eso sí, tras ver la película mantengo que Ronette Pulaski sigue siendo mi personaje favorito (“Girls just want to have fun”) y que Bob parece un ex batería de “Anvil”, da muy poco miedo. 


 
Hacer una película como “Dogma” puede suponerte un fastidio en la mayor parte de países cristianos del mundo (en España incluso podrías acabar en los tribunales), pero en Estados Unidos puede llegar a costarte la vida (si no me creen pongan “Iglesia Bautista de Westboro” en el Google). Ignoro si Kevin Smith ha dirigido “Red State” como venganza por la cantidad de grupos fundamentalistas que le han estado martirizando desde que en 1999 se decidiera a hacer un retrato sarcástico pero también bienintencionado en las contradicciones de la religión cristiana en general y de su propia religión en particular (él se declaraba entonces católico practicante).  

De no ser así no se entiende entonces cómo ha podido engendrar un filme tan confuso, desequilibrado, excesivo y grotesco (en ocasiones incluso sádico), carente de cualquier personaje con el que identificarse ni lo más mínimo, carente asimismo de cualquier sentido del humor (y en caso de haberlo sería un humor más negro que el de los chistes sobre el crimen de Alcasser que los hay) y en definitiva un ejercicio de rabia más próximo al teatro de la crueldad que a la en el fondo amable burla de “Dogma”.

De todas maneras sería injusto cargar demasiado contra un filme que honestamente tengo que decir que no he visto en las mejores condiciones, como suele ser habitual ninguna sala local decidió programar esta película y tuve que hacerme con ella por los canales asimismo habituales, lo malo es que venía con unos subtítulos incrustados que son posiblemente los peores que he visto en siete años de esforzada piratería, peor que cualquier traducción literal de una lavadora rumana (Él conseguirá más viejo como va el tiempo cerca, más pesado como comen más, más feliz como buen cuidado). Tendré que volver a verla en el futuro traducida como Dios manda pero eso será dentro de bastante


 
Miniserie de tres capítulos, de hora y media aproximadamente cada uno, que trata sobre una de esas clásicas enemistades familiares que proliferaban en el Oeste americano (bueno la acción transcurre en la frontera entre Kentucky y West Virginia por lo que más bien habría que decir que se trataba de un asunto entre sureños), en esta ocasión la historia está basada en un hecho real que ha dado también que yo sepa material para al menos una película y un telefilme (siguiendo el rastro de la imdb se puede encontrar incluso más dramatizaciones con este argumento).   

La miniserie sigue un poco la onda de “Deadwood” en lo que a mezclar realidad y ficción se refiere y sobre todo en la ausencia de cualquier noción de la vieja épica de los western clásicos, de hecho resulta difícil pensar en alguno de los personajes (mujeres incluidas) que no merezca que le peguen un tiro en algún momento, también resulta curioso cómo es igualmente difícil tomar partido por alguno de los dos bandos (algo que parece inevitable en un argumento de estas características) cuando ambos se comportan con igual grado de barbarie (aunque confieso tener algo más de simpatía por los Mccoy).

En definitiva un producto poco conocido pero que a mí me ha resultado apasionante (de hecho me he pegado las casi cinco horas de duración de la mini serie en dos bocados) y que incluso opino que podría haber dado para un par de temporadas teniendo en cuenta que la acción se prolonga durante casi treinta años. El hecho de que no me haya importado que los protagonistas de la historia sean dos actores que detesto (Bill Paxton y Kevin Costner) me parece también un punto a favor.
 

Friday, July 06, 2012

Esta semana he visto y he leido...








Segunda película de Hal Hartley que veo en un mes como forma de reparación de una deuda cinéfila de veinte años, cuando el término “cine independiente” todavía significaba algo, esto es antes de que las nuevas tecnologías permitieron que cualquier pelmazo nos atormente con sus miserias de vez en cuando.   



 
Prosigue el repaso a la segunda parte del dossier de la revista “Dirigido” sobre cine fantástico producido en el siglo XXI y no estrenado en España. Por cierto que no hay manera de encontrar la primera parte, en los kioscos no guardan nunca números atrasados y en el correo de la propia revista no me han hecho ni puto caso.

En esta ocasión hablamos de “Dai Nipponjin” también conocida como “Big man Japan”, una película con estructura de falso documental y con un argumento que podríamos definir (o al menos a mí me lo ha parecido) como un “Watchmen”  a la japonesa. Desde luego el que, distraído por las fotos promocionales, se espere con una película de monstruos al uso se va a llevar un disgusto, la película es como el “vivir cada día” de un desgraciado que habita un Tokio bastante diferente  al que se suele mostrar en el cine, el hombre es el heredero de una raza de súper héroes gigantes en plena decadencia que ahora se ve obligado a luchar bajo patrocinio contra una serie de criaturas que se encuentran entre lo más bizarro que haya sido jamás diseñado en el mundo de los kaiju-eiga. El filme termina con una escena equiparable al grotesco episodio de la familia coneja de “Inland Empire”, mucha gente encontró esta parte hilarante pero yo me quedé acojonado.  

 
El Gaspar Noe que causó un tremendo impacto en el año 2002 con la película-escándalo “Irreversible” ha pasado completamente desapercibido en el 2009 con “Enter the void”, en el comentario a propósito del “Dirigido” se trataba de establecer una comparación entre cómo había cambiado el mundo entre esas dos fechas, pero no creo que ese sea el punto ni sea yo el más adecuado para discurrir sobre ese tema (entre nosotros tampoco creo que el tipo de “Dirigido” lo sea), así que me limito a definir esta película como el resultado de darle a “El árbol de la vida” un baño de acido lisérgico.

En la primera escena de esta película el protagonista (filmado en cámara subjetiva o mejor dicho en cámara “cogotera” pues durante casi todo el metraje el  punto de vista está situado en la nuca del actor) se fuma una dosis de DMT y es como si fuera el propio  espectador el que viera afectada su percepción de la realidad por los efectos del alucinógeno, algo a lo que contribuye la mareante forma de filmar de Noe (suficientemente conocida por los que vieron en su día “Irreversible”) y la estructura circular de la película que avanza, retrocede y vuelve continuamente al hecho traumático que desencadena la acción. Así transcurren dos horas y treinta y cinco minutos de una pesadilla alucinógena en la que se mezclan drogas de diseño, traumas familiares no resueltos y una disquisición en torno a “El libro tibetano de los muertos”. Todo ello en el marco de un Tokio devenido en un scalextric multicolor (y no sólo en sentido figurado) y siempre con la ya mencionada cámara ondeante trasladándose sin cesar en el tiempo y en el espacio (incluyendo el escurridor de un fregadero)  en un espectáculo interesante pero sin duda agotador, imposible verlo de una tacada.



 
Resulta un auténtico placer ver una película como “Triangle” sin saber ni una palabra sobre ella antes de darle al play. En mi caso ha sido así y no se puede decir que las primeras impresiones fueran demasiado esperanzadoras: un encadenado de imágenes confusas y deslavazadas (aunque el espectador experimentado no se inquieta por ello porque sabe que más adelante todo tendrá su explicación o al menos un intento de explicación), un plantel de actores no sólo desconocidos (a excepción de la protagonista principal aunque supongo que, como yo, la mayor parte de los espectadores habrá tenido que acudir a la imdb para ver de qué les suena esa cara) sino además penosos, unos efectos especiales dignos de “La mansión de los Plaff” y un simbolismo más burdo que el del caballito blanco de “Missing”.

En estos primeros compases de la película lo único que impide darle al stop y luego a borrar es la curiosidad que produce el hecho de cual será el rumbo que pueda tomar un argumento tan estrambótico, luego la cosa mejora e incluso roza la excelencia en base a un guión bien trabajado, a un escenario físico no por conocido menos inquietante y sobre todo a un par de escenas que serán siempre las que acudan a la memoria cuando se recuerde esta película. Por supuesto la historia no soporta un análisis riguroso pero siendo sinceros ¿hay alguna que sí lo soporte? En cualquier  caso un entretenimiento encantador (o al menos a mí me lo ha parecido) y un producto que no tiene nada que envidiar a otros de semejante estilo que sí han logrado mayor reconocimiento que esta desconocida y posiblemente muy pronto olvidada “Triangle”. Misterios del cine. 


 

Preclaro ejemplo del subgénero denominado “terror inmobiliario”, subgénero por cierto que posiblemente no exista, pero en caso de que sí lo hiciera (existir) no haría referencia a lo que conocemos como películas de “casas encantadas” sino a otro tipo de tramas desarrolladas en ambientes urbanos en los que el único horror está causado no por el hábitat sino por los habitantes

“Dream home” es la historia de la obsesión de una joven por hacerse con la propiedad de un piso situado en uno de los rascacielos característicos de Hong Kong (ella vive en un agujero infecto no característico de ninguna parte en concreto). La película discurre de forma alterna entre pasado y presente, el pasado es una reconstrucción de las circunstancias que han llevado a la protagonista a su enloquecido empeño, una de las cuales sería una intento de recuperar un tiempo traumáticamente desaparecido tanto de su propia infancia como de la ciudad en la que dicha infancia se desarrolló (y aquí hay implícita cierta critica social que posiblemente sólo tenga sentido para los habitantes de dicha ciudad), el presente es una sucesión de escenas de matanzas monstruosamente desagradables y que no recomendaría a todos aquellos que sean ajenos a las formas más extremas del horror asiático, especialmente si se trata de mujeres, y más aun si además son mujeres que se encuentran en determinada condición. Viewer discretion is adviced.   




 
De momento la manzana podrida de la colección, alguien debería decirle a los autores del bodrio que no basta con parir un argumento surrealista (una rueda que cobra vida y tiene poderes telequinésicos) para conseguir algo digno de mención, cualquiera puede tener una idea semejante, lo que importa de verdad es cómo cuentas la historia. Ya desde un monólogo muy pobremente escrito (una escena tan mala que posiblemente hacía abrigar pocas esperanzas en el resto del espectáculo)   la película deviene en un ejercicio de visión insoportable, tanto que deje de practicar dicho ejercicio a los veinte o veinticinco minutos de empezar, algo que hago muy raras veces ¡y eso que el metraje dura poco más de una hora!, está claro que la relatividad del tiempo también se aplica al séptimo arte. En resumen “Rubber” no es una película estúpida, está contada de un modo estúpido que no es lo mismo.          


 
El estreno “indie” del año según los que entienden de esto, como yo nunca he admitido ese término para definir el valor de una película me limitaré a decir que “Take Shelter” es un título que mucha gente había definido como algo digno de ver.

Después de verla tengo que decir que se trata de un filme con muchos elementos valiosos. Está por ejemplo la impresionante actuación de Michael Shannon (lo que no es una novedad aunque si no recuerdo mal estamos ante su primer papel protagonista), bien secundado por Jessica Chastain (cierto es que esta mujer es más una evocación que una actriz, habrá que verla hacer de otra cosa que no sea una madre y esposa icónica), también la excelente manera de filmar la progresiva e irreparable caída del protagonista en la locura, aunque a mí uno de los aspectos que más me han interesado de esta historia es la descripción de la vida cotidiana de una familia trabajadora en el medio oeste blanco americano, una tipo de vida que la película no critica ni satiriza pero en el que también se vislumbra una cierta mirada inquietante como la que el protagonista dirige hacía esas nubes reales o imaginarias de aspecto lejano pero amenazador.

Por desgracia el realizador de la película parece conocer bien el camino pero no hacia donde se dirige, la progresión del argumento no desemboca en ningún sentido concluyente y no creo que esto sea así por una determinada intención de no dotar a la historia de conclusión propiamente dicha sino más bien por una incapacidad por crear un desenlace verdaderamente climático, y no creo que ese tramposo y frustrante final pueda ser calificado de otra manera que de una apresurada y efectista manera de terminar un relato que parece haber nacido sin cabeza ni extremidades.   


 
Se dice que ningún hombre va al baño sin llevar algo que leer, no se eso será así en todos los casos pero en el mío el tópico se cumple al pie de la letra. Dado el escaso tiempo que uno suele pasar en ese lugar (salvo en caso de algún trastorno que se traduzca en un exceso o un defecto de producción) la literatura más adecuada sería aquella que por su estructura es susceptible de descomponerse en piezas breves, nunca he sido partidario de leer el periódico en esas circunstancias porque resulta un ejercicio un tanto dificultoso (excepción de los formatos pequeños como Sport o ABC que incluso tienen la utilidad de que pueden usarse para rematar la faena si no se tiene otra cosa a mano). Tampoco soy partidario de coger cualquier cosa o incluso de elegir deliberadamente mala literatura considerando indigna de ser leída en esas condiciones a la buena literatura (recuerdo que en cierta ocasión  me puse a leer “La mirada del otro” de Fernando Delgado  y tuve que dejarlo a la mitad porque me estaba ocasionado estreñimiento).

No amigos, la literatura de water merece tanto respeto como cualquier otra leída en sitios de más prestigio como una biblioteca o un sillón de orejas  aunque, como hemos dicho antes, es menester decidirse por lecturas cuya estructura sea adecuada a la brevedad del momento. Los “Selecciones del Reader´s Digest” suelen ser un formato perfecto para llevárselo al trono, lo mismo que cualquiera de esos libros de anécdotas donde cada una de ellas no ocupan más allá de un par de páginas o también cualquiera de los pertenecientes a ese subgénero conocido como “historia oral” que consiste en describir la vida de un personaje o algún acontecimiento histórico por medio de la transcripción de testimonios orales.

Algo de esto último tiene el libro del que quería hablar tras este absurdo prólogo. Mi última lectura de water ha sido “Pelham 1 2 3” libro que leí hace al menos 25 años y que cuenta precisamente con una de esas estructuras de las que hablábamos antes, es la historia del secuestro de un vagón de metro en el Nueva York de principios de los setenta contado a través del monólogo interno y el diálogo externo de los diferentes personajes que intervienen en el drama (un poco al estilo de “Mientras agonizo” de William Faulkner aunque que me aspen si quiero leer eso en según qué sitio). Además de ser una estupenda novela policiaca (con personajes vivos y reales y no como los nauseabundos fantoches de la moderna literatura de género) resulta un excelente retrato de lo que fue (bueno de lo que debió ser porque yo aunque ya estaba vivo no estaba allí precisamente) la confusa y alineada sociedad urbana de principios de 1972. Por añadidura el ejemplar que tengo es una de esas comodísimas ediciones en tapa dura de las que ya no se ven en las librerías (por lo que dicen pronto no se verán ya ediciones de ninguna clase en ninguna clase de formato).

En resumen un estupendo libro que recomiendo en todo caso, así como la también excelente adaptación que se hizo para el cine dos años más tarde. También existe otra adaptación más reciente pero de esa ya no respondo.