Thursday, July 21, 2011

Summer of David

Es verano la programación de los cines es escasa y, o bien se trata de películas que no me interesan, o de otras que prefiero no ver dobladas. De hecho el único estreno que espero con expectación es el de “Súper 8” que no tendrá lugar hasta bien entrado el mes de Agosto.



La vida política en cambio se revela en este mes de Julio sorprendentemente activa pero ¿de verdad tenemos que hablar del vestuario de Camps? Y en cuanto a los deportes…ya hablaremos próximamente en la página de fútbol del rumbo que está tomando este verano del eterno retorno.



Así pues no hay mucho de qué hablar y por consiguiente el blog está también bajo mínimos, de manera que no hay más remedio que buscare algo con lo que alimentar a esta bestia que consume tantas horas de mi tiempo desde hace ya más de cinco años.

Yo por mi parte estoy pasando muchas de mis horas libres del verano vagabundeando por la Biblioteca local (y sí, soy consciente de lo patética que resulta esta actividad) y entre otros títulos que no creo que sean de su interés y otros ya de sobra conocidos, encontré una pequeña antología denominada “Literatura fantástica: las cien mejores novelas” escrita por un tal David Pringle y que por lo visto se trata de una extensión del “éxito” que tuvo otra antología de estructura similar llamada “Ciencia ficción: las cien mejores novelas”. De hecho en el mismo prólogo de su obra Pringle establece, o trata de establecer, cuales son las diferencias entre lo que se conoce como ciencia ficción y la literatura fantástica (o “modern fantasy” como reza en el título original). Tengo que decir que después de leer dicho prólogo no me queda clara tal diferencia aunque la verdad no es un asunto que me preocupe demasiado. A mí lo que verdaderamente me interesa es que siempre que uno se mete en este tipo de misceláneas se tropieza con descubrimientos apasionantes, aunque la sensación es más bien agridulce puesto que me ha sucedido igual que con otros textos del mismo estilo como “El horror en la literatura” de H.P. Lovecraft o “La Danza Macabra” de Stephen King: uno tiene la sensación de que jamás podrá ponerle las manos encima a muchos de los títulos que se glosan.

Pero bueno, pasando directamente al tema de este post, a lo largo del verano (y salvo que surja algún tema de actualidad que merezca nuestra atención) mataré el tiempo recomendándoles algunos de los relatos reseñados que sí he podido encontrar en el mismo sitio en el que me tropecé con la lista de Pringle. Tengo que añadir antes de empezar que he pasado de largo deliberadamente sobre títulos que desgranan las aventuras de señores de anillos, “titus groanes”, hechiceras, magos, reinos elficos y demás temática tradicional de la literatura de “espada y brujería”, género soportable en cine y televisión pero que trasladado a los libros me producen un tedio de muerte.




Siguiendo la lista elaborada por el editor, el primer título que me llamó la atención fue “El cuerno de caza” (The sound of his Horn), escrito por Sarban, seudónimo del escritor John William Wall, nombre que supongo les será tan desconocido como a mí (y es que al fin y al cabo de eso se trata). “El cuerno de caza” es un relato publicado en 1952 con un comienzo no por clásico menos prometedor: frente al calor de la chimenea de una hacienda en plena campiña inglesa, un aristócrata veterano de la Segunda Guerra Mundial (al que podemos imaginar en chaqueta de tweed haciendo una pausa de vez en cuando para dar una chupada a su pipa) le cuenta a un antiguo camarada la extraordinaria aventura de la que fue protagonista durante la guerra, cuando al escapar del campo de concentración en el que estaba prisionero experimentó un viaje en el tiempo hacia un futuro en el que los nazis ha conquistado el mundo.

El viajero se encuentra en un territorio en el que se produce una escalofriante fusión entre la arquitectura humana y la vegetal, un territorio propiedad de un noble prusiano que lleva su afición por la caza hasta extremos difícilmente imaginables. Mezcla de ucronía política, ciencia ficción genética y fantasía sadomasoquista “El cuerno de caza” es un terrorífico relato del que no les será fácil olvidarse.




El siguiente título de la lista que logró interesarme (y que igualmente pude conseguir en la propia Biblioteca) fue “El vino del estío” (Dandelion wine) de un autor que seguramente les sonará más que el anterior, Ray Bradbury. “El vino del estío” no es un cuento de verano más, es (o lo será para mí en el futuro y hasta que sea sustituido por otro) el cuento de verano por excelencia. En un principio podría parecer que estuviéramos hablando simplemente de una narración costumbrista, la descripción de un verano en un pequeño pueblo de Illinois, y aunque sólo se tratara de eso ya sería un entrañable, pero hay mucho más detrás de eso, por más que no ocurra nada verdaderamente sobrenatural todo el cuento está lleno de elementos mágicos pero a la vez reales: un niño de 12 años (el protagonista de la historia) que descubre a la vez que está vivo y que algún día morirá, una máquina del tiempo humana, una echadora de cartas mecánica víctima de un encantamiento, una mujer que encuentra la sabiduría tras deshacerse de su memoria con la ayuda de unos pequeños gamberros, un mañoso pueblerino que consigue inventar una máquina de la felicidad e incluso un misterioso asesino fantasma. Todo esto (lo real y lo extraordinariamente real) teñido siempre de un suave tono de melancolía por un estilo de vida ya desaparecido y que quizás nunca existiera verdaderamente.



El tercer y último relato que he leído hasta ahora lleva el nombre de “Martín el náufrago” (Pincher Martin) escrito por otro nombre ilustre William Golding, autor que ya era bastante conocido entre los aficionados al género pero que saltó a la fama mundial (es un decir) tras obtener el Premio Nobel de Literatura en 1983. Su obra más conocida es “El señor de las moscas”, un título que figura con honores en esa lista de “esto-ya-tendrías-que-haberlo-leído-muchacho”, de hecho creo que incluso es lectura obligada en algunos colegios. Para el que prefiera hacer caso al viejo proverbio chino hay una par de adaptaciones cinematográficas bastante majas.







“Martin el naufrago” es un relato a la vez diferente y similar al de la gran obra de Golding, tiene lugar también en una isla que funciona igualmente como metáfora de la condición humana, pero en este caso el entorno se encuentra reducido a la mínima expresión de una roca en mitad del océano a la que es arrojado Martin, un oficial de la marina británica cuyo buque ha sido torpedeado y que se verá en el trance de sobrevivir en algo que no es más que un promontorio habitado por moluscos y algas de los que el naufrago tendrá que alimentarse.

A partir de esta premisa el relato se divide en dos vertientes, una de ellas detalla la lucha por la supervivencia de Martin, una lucha feroz y llena de detalles sórdidos, carente de cualquier rastro de heroísmo, las actividades del marinero para buscar comida y refugio en la roca bien podrían haber sido las de un cangrejo. Al mismo tiempo la soledad, las pésimas condiciones de vida y la desesperación por la cada vez más reducida posibilidad de rescate convierten a Martin en un individuo atormentado por todo tipo de evocaciones del pasado y alucinaciones del presente. Al tiempo que la existencia física se ve vuelve minimalista la existencia espiritual se ensancha hasta invadir la realidad y apoderarse de ella lo que conduce al relato hacia un final delirante y hacia un epílogo de los que se clavan en la memoria por mucho tiempo.

Por añadidura este relato contiene un pequeño fragmento que supone un excelente resumen de la opinión que Golding tenía sobre la especie a la que perteneció, con el nos despedimos.

“Había un arco de ondas junto a las tres rocas. El las miraba intencionadamente. Entonces apareció junto a las rocas una cabeza marrón, otra y otra. Una de las cabezas tenía un cuchillo de plata atravesado en la boca. El cuchillo se inclinó, se agitó y él vio que la hoja era un pez. La foca se alzó sobre la roca, mientras las otras se sumergían, dejando en el agua hoyos y círculos. La foca comió tranquilamente al sol, dejó la cabeza y la cola y se quedó quieta.

-Me pregunto si saben algo de los hombres".

Se levantó lentamente y la foca volvió la cabeza hacia él de modo que él se halló retrocediendo ante una mirada implacable. Levantó las manos de pronto en un gesto de hombre que apunta con una pistola. La foca dio la vuelta en la roca y se sumergió. Sabía de los hombres.”

10 Comments:

Blogger Ra está en la aldea said...

Mi único comentario aquí es que Danza macabra es un libro maravilloso.

7:36 AM  
Blogger SisterBoy said...

Ya pero ¿a que apuntaste física o mentalmente muchos de los libros, películas y series que se mencionaban? yo lo hice y comprobé que había muchos que nunca será posible ver :(

Lo único que me disgustó del libro es el poco aprecio que mostraba por la serie The twilight zone pero lo achacó a que el libro fue escrito por el joven, salvaje y cínico cocainomano de 1981 y no por el memo autor de Cell

10:32 AM  
Blogger Ra está en la aldea said...

Jo, es que para empezar gran parte de las recomendaciones son seriales radiofónicos de los años sesenta. Intentar abarcar un océano de recomendaciones es una batalla perdida de antemano, tenemos que conformarnos con la intuición y la suerte.

2:26 AM  
Blogger Ra está en la aldea said...

*son de, quícir.

2:26 AM  
Blogger SisterBoy said...

Ya, es el suplicio de Tántalo, pero así es la condición humana.

5:40 AM  
Blogger JRB said...

El memo autor de Cell está recuperado para la causa con libros como "Duma Key" o la divertida "La cúpula". Y yo personalmente espero como agua de mayo su próximo novelón sobre pueblerinos de Maine, viajes en el tiempo y el asesinato de JFK.
Me apunto tus recomendaciones, aunque este verano estoy con "It" y es largo cual día sin pan, aunque también muy recomendable.

También le tengo ganas a "Super 8", aunque dudo que pueda traer de vuelta la emoción de "ET" o "Los Goonies".

Como para darte algo sobre lo que escribir en este aburrido verano, un noruego se ha vuelto loco y Amy Winehouse ha decidido morirse.

1:12 PM  
Blogger SisterBoy said...

Pues me alegro de que el gafotas haya vuelto a la vida, me apunto las recomendaciones, supongo que será dificil que vuelva el hombre que escribió Rabia pero algo es algo.

Del noruego loco se hablará, de la Winehouse no.

12:44 AM  
Blogger Ra está en la aldea said...

Que se hable, que se hable, que este tema está haciendo que me plantee si cualquier loco a lo Puertohurraco con una buena infraestructura pasa a ser automáticamente un terrorista.

5:09 AM  
Blogger El Impenitente said...

Siempre me fue bien cuando te hice caso, así que tomaré nota, especialmente de "El vino del estío" que tiene buena pinta. De "El señor de las moscas" no tengo gran recuerdo. En realidad no tengo recuerdo.

El fragmento de la foca me ha hecho recordar cierta historia personal. Es el secarral zona de gran abundancia de caza menor y, tambien, por tanto de cazadores, esos grandes hombres. Los cazadores van con perros. Cuando un perro no sirve, el cazador de buen corazón o bien lo ahorca o bien le pega un tiro. El resto los abandona. Y no es raro, a final de la veda, encontrarte con jaurías de perros asilvestrados. Con alguna de éstas me he encontrado corriendo por ahí. Se te acercan ladrando y corriendo. Yo, tal como los veo venir, me agacho, cojo una piedra y hago ademán de tirársela. Huyen despavoridos. Ellos también conocen al hombre.

1:07 PM  
Blogger SisterBoy said...

Precisamente "El vino del estío" es precisamente el libro que deberían leer todos los que como tú y yo hemos tenido infancias veraniegas en el pueblo. Y como buenos pueblerinos sabemos también lo útil que es hacer el gesto de lanzar una piedra para espantar a un perro.

10:49 AM  

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