Sunday, May 08, 2011

Los desnudos y los muertos

“Rubber Soul” fue el sexto álbum de “Los Beatles”. No soy ningún beatlelofilo, ni siquiera un beatleamaniaco (si exceptuamos una época de mi vida que se caracterizó por una obsesiva y continua escucha de “Sargent Peppers”, único álbum de los fabs que conozco de memoria), pero creo que no estoy metiendo la pata si afirmo que “Rubber Soul” está considerado como un disco de transición entre la boy band para adolescentes que todavía seguían siendo (aunque ya menos) en “Help” y el grupo de músicos adultos y en constante experimentación que ya habían empezado decididamente a ser en “Revolver”. Incluso en la portada del disco se apreciaba ya cierto estilo nuevo, muy diferente de la imagen mimetizada y sonriente de sus anteriores trabajos (por más que la sonrisa de John Lennon siempre tuvo algo de inquietante incluso durante su etapa más edulcorada).




“Rubber Soul” nunca me gustó demasiado, siempre me causó la impresión de adoptar un tono semejante al que transmitía la mencionada portada del disco, una sensación otoñal, tristona, melancólica, pero no de una melancolía dulce sino de una melancolía chunga, como de estar sentado una tarde lluviosa al borde una charca llena de plantas podridas.





No sé por qué el escritor japonés Haruki Murakami decidió poner a su conocida novela el nombre de “Norwegian wood” (tampoco sé por qué la editora española decidió cambiar dicho título por el de Tokio Blues, quizás porque simplemente le salió del jojoy), viendo la película no se adivina qué tiene que ver la letra de esa canción (la historia de un fugaz encuentro de Lennon con una chica que vive en una casa donde sólo hay vino y una cama) con el complejo argumento que se narra en la pantalla. Quizás leyendo el libro se desvelaría el misterio pero eso es algo que no tengo pensado hacer ni ahora ni en mucho tiempo, y a ese respecto me resultó jocoso el hecho de que fuera uno de los personajes de la película el explicara un motivo que yo asumo como propio (“no pierdas tu tiempo leyendo libros que no han sido bautizados por el tiempo”).



De todos modos lo que está claro es que sí se trata de un libro que ha leído muchísima gente y siempre que una novela tan popular se lleva a la pantalla volvemos a caer en el mismo círculo vicioso. Los lectores del libro acuden bien por simple curiosidad de ver las situaciones y caracteres que conocen convertidos en imágenes, o bien con el afán (invariablemente frustrado) de contemplar la película que ellos mismos se habían imaginado en su cabeza cuando leían el original. Los no lectores del libro en cambio atribuyen las incoherencias y lagunas del guión, así como los personajes y tramas aparentemente superfluas, a un intento de conciliar las inevitables renuncias de una adaptación cinematográfica con el deseo de incluir la mayor cantidad de elementos literarios que resulten familiares al espectador-lector (y cuya ausencia sería por añadidura denunciada por algunos de ellos con enojo, recuérdese la paliza que en su día dieron los frikis de “El Señor de los Anillos” porque en la trilogía dirigida por Peter Jackson se dejó fuera a un tal Tom Bombadil), un intento que, paradójicamente, suele tener un resultado notoriamente anticinematográfico. El problema es que los lectores jamás podrán apreciar las cualidades artísticas de una adaptación porque han adquirido conocimientos adicionales que le permiten dotar de sentido a lo que ven y no pueden ponerse en la piel de un no-lector que no dispone de dichos conocimientos.


Yo por ejemplo, que soy un no-lector, tengo la sensación de que el contexto sociopolítico en el que tiene lugar el relato (el Japón de finales de los años sesenta) debe tener un peso importante en la novela, tanto que no puede dejar de aparecer en la adaptación por más que en dicha adaptación puede parecer un elemento perfectamente prescindible.





El significado real de lo que se narra “Norwegian wood” es, además de todo esto, algo que resulta muy difícil de desentrañar para el espectador no iniciado, y que sólo se desvela en la última frase de la película (que yo entiendo como un epílogo-resumen de todo lo visto anteriormente) en la que Watanabe, el protagonista y narrador de la historia, decide abandonar la ambigua postura que le ha llevado a merodear entre las dos opciones vitales que se le ofrecen en la película, sumergiéndose conscientemente en una y abandonando para siempre la otra.

Esta ambivalencia, repito, se revela en ese epílogo por lo que resulta sencillo el ejercicio de, a partir de ese momento, rememorar y dar sentido a la extraña relación de Watanabe con Naoko, la novia de su mejor amigo que se suicidó cuando los tres eran adolescentes. Esta tragedia arroja a Naoko a un estado de desequilibrio mental permanente del que Watanabe intenta infructuosamente sacarla. Al mismo tiempo el muchacho inicia relaciones con Midori, una compañera de clase que resulta una alternativa sentimental mucho menos compleja que la que ofrece Naoko. En otra de las historias paralelas a la original, y en la que Watanabe es un mero espectador, se contempla también dicha dicotomía entre Nagasawa, un joven dominado por una fría y calculada lujuria, y su novia Hatsumi que permanece apegada a él a pesar de las múltiples infidelidades de las que es objeto.

Con estas trazas podríamos estar ante un melodrama clásico, quizás con un toque algo más existencial que de costumbre, sin embargo me ha llamado la atención la importancia que tiene el sexo (más en un sentido oral que visual pues no hay ni una sola escena de desnudo en toda la película) en una historia que no parecía el escenario propicio para ello. En “Norwegian wood” el sexo es un elemento liberador y opresivo al mismo tiempo y la relación que los personajes establecen con él parece marcar la diferencia en cuanto a su situación en el mundo, de este modo la trastornada Naoko confiesa como a pesar de estar profundamente enamorada de su novio suicida fue incapaz de tener relaciones sexuales con él debido a su frigidez, mientras que el superficial Nagasawa considera el sexo con parejas habituales perfectamente compatible con la relación que mantiene con su novia aunque esta se lo toma desde luego bastante peor.

Pero repito que todas estas conclusiones vienen de una reflexión a posteriori porque con toda sinceridad me pasé gran parte del metraje preguntándome de qué carajo iba la historia. Esto suele ser un problema para casi todas las películas, pero al menos a esta la salvan en parte cosas como el aspecto estilístico (cualidad por la que su director, Anh Hung Tran, es bien conocido), que en ocasiones llega a rozar el preciosismo y el trabajo de sus actores, por más que, como suele sucederme cuando veo películas asiáticas, resulte en ocasiones difícil distinguir quién es quién.


5 Comments:

Blogger Slim said...

No debo ser tan rara pues yo me pase gran parte de la lectura del libro preguntandome de que carajo iba el libro. Y eso leyendo tiene mas merito que (en el cine solo porque dura mas). El libro me parecio deprimente y no se porque tiene tanto exito, la verdad. La peli, excepto por la curiosidad de Japon que suelo sentir en general, no me apetece nada y menos despues de leerte.

9:00 AM  
Blogger Slim said...

estaba buscando a ver si habias comentado hace meses Stone (que la vi ayer, ya sabes que voy siempre con retraso), a ver que te habia parecido (a mi un toston) pero ya veo que no. No se si sabes cual es, una de edward norton y robert de niro.

9:03 AM  
Blogger SisterBoy said...

Hombre....no soy un experto en el pais del sol naciente pero la verdad esta historia para lo que cuenta lo mismo podía haber sucedido en Ostende.

No veo películas de Robert de Niro salvo que hayan sido bautizadas por el tiempo :) (como "Heat" que tardé diez años en verla y me encantó)

10:59 AM  
Blogger El Impenitente said...

Por qué la canción se titula "Norwegian wood" tampoco está claro. Lennon siempre dio respuestas ambiguas. Seguramente fue una tontería que se le cruzó por la mente y se rio mucho con todas las interpretaciones que le dieron.

En "Rubber soul" viene "You won't see me" y sólo por eso, para mí, merece la pena.

De Murakami sólo me leí un libro (el de las carreritas) pero no hace mucho una tía por la que no tengo demasiada simpatía me dijo que se había leído todos sus libros, que Murakami le parecía superferolítico (dijo genial un millón de veces) y me trató poco menos que de iletrado por no haber leído más sobre él, por lo que desde aquel momento Murakami tiene la cara de la tía esta y dudo mucho que vuelva a leer una sílaba suya.

1:19 AM  
Blogger SisterBoy said...

A este respecto he encontrado unas palabras muy ilusstrativas en la ficha de wikipedia sobre la canción:

Reportero: Me gustaría preguntarle esto a los señores Lennon y McCartney. La revista Time se refiere a que Day Tripper es una prostituta...
Paul: Oh, si.
Reportero: ... y que Norwegian Wood es sobre una lesbiana.
Paul: Oh, si.
Reportero: Me gustaría saber que pensaban cuando escribieron eso, y cual es su postura sobre las criticas de la revista Time a las canciones que han escrito hoy en día.
Paul: Solo estábamos tratando de escribir canciones sobre prostitutas y lesbianas, eso es todo.

8:37 AM  

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