Sunday, October 03, 2010

Mazurca para dos muertos.

Esta semana han muerto Arthur Penn y Tony Curtis. Posiblemente ninguno de ellos por separado me hubieran merecido la pena un post en exclusiva puesto que, apreciando lo bueno que hicieron en sus carreras, no les tengo en tanta estima. Pero ya que se han muerto con horas de diferencia (y a la espera de que la palme el tercero pues es sabido que en Hollywood caen de tres en tres) creo que los dos en conjunto sí que merecen unas líneas.




Según la imdb a Arthur Penn se le pueden atribuir 22 títulos, no es una trayectoria demasiado extensa si tenemos en cuenta su longevidad, sobre todo si eliminamos algunas cosillas que hizo para televisión de las que no creo que valiera la pena decir nada incluso en el caso de que alguien las hubiera visto. Su verdadero debut como director podríamos decir que fue “El zurdo” (“The Left handled gun”) un film que a pesar de estar rodado en 1958 se abonaba a las tendencias revisionistas sobre el western y algunas de las figuras históricas que lo protagonizaron, unas tendencias que harían furor en la década venidera. Quizás precisamente por eso la película vista hoy resulta demasiado intelectualizada y por consiguiente un tanto antipática en su análisis casi psiquiátrico de la tortuosa existencia de Billy El Niño al que por añadidura daba vida un Paul Newman que sudaba Actor´s Studio por todos los poros.




Tras este título el realizador entró de lleno en la década donde conseguiría mayor reconocimiento. Primero vino “The Miracle Worker” (“El milagro de Anne Sullivan”) y algo más tarde otra de sus obras más prestigiosas, “The Chase” (rebautizada en nuestro país como “La jauría humana” en uno de esos ejercicios melodramáticos tan habituales entonces). La película resulta bastante más asequible que la opera prima de Penn pero aun así hay que reconocer que tampoco ha envejecido bien, el retrato de una población sureña habitada por monstruos alcoholizados resulta demasiado efectista y contrasta también demasiado con la beatífica figura del sheriff del lugar interpretado (como de costumbre hasta el límite) por Marlon Brando. Aun así Penn demostró ya con este filme que al menos dominaba a la perfección el bello arte de la violencia filmada.

El siguiente título en la carrera de Penn puede ser el que le haga pasar a la historia del cine y es sin lugar a dudas su obra más celebrada, y esta vez afortunadamente con razón. Bonny and Clyde consiguió además un lugar importante en la historia del séptimo arte pues está considerada como una de las precursoras de la pequeña revolución artística que transformaría la industria de Hollywood (al menos hasta que Spielberg volvió a poner las cosas en su sitio).

Bonny and Clyde tiene por añadidura la virtud de estar imbuida del espíritu de los 60 pero sin dejarse pringar por él, esto se revela en el, por aquel entonces, heterodoxo tratamiento del sexo y la violencia tan alejado de las rígidas imposiciones del código de producción, cuya influencia todavía se dejaba sentir en muchos proyectos más convencionales. Curiosamente el filme contribuyó decisivamente a la glorificación de unos criminales que ya habían sido leyenda en los tiempos en que vivieron desmarcándose en este aspecto de cualquier pretensión desmitificadora tan común en la época (en realidad, la pareja no eran más que un par de psicópatas con ínfulas románticas que eran detestados incluso por sus colegas del honorable gremio de bandoleros de la Gran Depresión). Por último es inevitable mencionar la secuencia final de la película que podemos incluir con honores entre las más influyentes del cine moderno.

Desgraciadamente Penn no siguió por el buen camino y su siguiente entrega sí que estaba impregnada de los peor del cine de la década prodigiosa. No es que “El restaurante de Alicia” se haya quedado vieja, es que ya nació vieja y cargada de tópicos sonrojantes sobre los chicos de las flores. Como anécdota decir que el protagonista era Arlo Guthrie hijo del célebre baladista del mismo apellido.



Penn se despidió de los 60 con “Little Big Man” otro ejercicio de desmitificación. En esta ocasión el filme adoptaba la estructura de un recorrido por el legendario territorio del western a través de los ojos de un joven blanco criado entre indios, en ese recorrido el pequeño gran hombre se encontraba con figuras históricas como Wild Bill Hitchock y el general Custer. Con este último el argumento se mostraba especialmente crítico, presentándole como un sanguinario egomaníaco (algo que posiblemente era). El paso del tiempo ha puesto a esta película en la posición secundaria que sin duda merece pues ha quedado claro que el público prefiere la leyenda a la veracidad o al menos un tipo de revisión histórica menos grotesca que la que exponía este filme.



La siguiente película constituye la despedida de Penn del gran cine y también mi despedida de esta semblanza puesto que tras “Night moves” nunca más se volvió a hablar de él y particularmente no he visto nada de lo que hizo después. “Night moves” se inscribía ya en el desesperanzado y agobiante cine de los setenta que contemplaba con distancia los excesos artístico de la década anterior, a este respecto me gusta pensar que el conocido chiste sobre el cine francés de autor (“Cariño, nos vamos a ver una película de Eric Rohmer ¿te vienes?” “No gracias, una vez fui a una película de ese tipo y era como ver crecer una planta”) es una especie de auto expiación del realizador.

“Night Moves” es un rendido homenaje al cine negro de los años cuarenta, en especial a la arquetípica figura del detective violento y cínico pero, a pesar de ello, incapaz de actuar fuera de los límites de una disciplinada honradez, único mecanismo de defensa contra un mundo implacable. Además de Gene Hackman la película es recordada por la intervención de una jovencísima y lolítica Melanie Griffith.





A pesar de no ser tan conocido como los otros títulos de su carrera yo considero “Night Moves” la segunda mejor película de Penn, si alguien sabe algo de lo que hizo de ahí hasta su muerte que lo diga, yo lo dejo aquí.






Tony Curtis (de nacimiento Bernard Schawrtz) dio, durante la mayor parte de su trayectoria artística, una imagen de dandy relamido a pesar de haberse criado en el duro Bronx de los años veinte y treinta. Posiblemente su paso por la historia del cine sería el de una estrella de estilo antiguo que combinaba comedias románticas con películas de acción (recuerdo sobre todo su participación en la trepidante Taras Bulba y en la no menos trepidante “The Vikings” así como en “Trapecio” donde formaba un irresistible triángulo amoroso con Burt Lancaster y Gina Lollobrigida). Pero de todos esos títulos (dejando aparte la no muy conocida “Mister Cory”, interesante melodrama sobre el ascenso social de un paria, una historia del que el actor podía ser un ejemplo por su trayectoria personal) hay dos que posiblemente le garantizaran un lugar en el Olimpo.

En 1959 Billie Wilder le dio el papel del saxofonista buscavidas Joe/Josephine en la comedia travestida “Con faldas y a lo loco” (“Some like it hot”), película con la típica estructura del galán y el payaso que luchan por el amor de la bella (¡y que bella!) de turno. Aunque Marylin Monroe acaparaba todas las miradas, y Jack Lemmon todas las risas, que duda cabe de que Curtis ejercía su papel con sólida eficacia no exenta de riesgo pues no se puede calificar de otro modo el hecho de que un icono sexual como él apareciera durante buena parte del metraje vestido de mujer. Se cuenta que Wilder decidió hacer la película en blanco y negro porque la imagen del duo de estrellas hubiera resultado demasiado grotesca vista a todo color.



Bastante más arriesgado aun fue el interpretar a un joven homosexual, o cuanto menos objeto de deseo homosexual, en “Espartaco”. Lastima que la censura hurtara al mundo hasta muchos años más tarde una escena que podría haber hecho más significativa la participación de Curtis en esta película donde, si bien no llega a robar el protagonismo a los personajes principales, sí que consiguió dejar su impronta (tal y como hiciera en otros filmes donde tampoco era el primer actor).






Pero la película que ganó definitivamente el respeto de los aficionados al cine (o al menos de este aficionado) constituyó el riesgo supremo. En 1968 Curtis tenía ya 43 años y estaba claro que su físico no soportaba ya las exigencias del galán de Hollywood (sobre todo porque a Curtis, al contrario que otros galanes como Clark Gable o Cary Grant, no le sentaba muy bien envejecer).

En este contexto Curtis decidió reinventarse de un modo radical dando vida a uno de los asesinos más depravados de la historia moderna, Albert de Salvo o El estrangulador de Boston. El filme de Richard Fleisher resultó en su día una gran apuesta temática (el sexo y la violencia rara vez se habían mezclado de forma tan sórdida) y estilística (el uso de la pantalla fraccionada de modo que se mostraban simultáneamente varias escenas diferentes). La película adolece quizás en su parte final de cierta insistencia en el análisis psiquiátrico de la personalidad del asesino. Curiosamente Fleisher se libraría de esta pesada losa freudiana y repetiría más tarde otro biopic sobre un asesino en serie (10 Rillington Place) mucho menos conocido pero como mínimo igual de brillante que su primera película sobre estranguladores.




Pero lo que nos atañe ahora es que Curtis consiguió la hazaña de interpretar posiblemente el papel más opuesto a la imagen que el público tenía de él sin hacer el ridículo.



Desgraciadamente “El estrangulador de Boston” fue el brillante canto del cisne de un actor que prácticamente no volvió a levantar cabeza y cuya carrera fue decayendo con la misma velocidad que su aspecto personal.



En ese aspecto el declive de Curtis no se diferenció mucho del de otras estrellas del pasado que se limitaron a sobrevivir seguramente durante más tiempo del que ellos mismos deseaban.


Y eso es todo.

12 Comments:

Blogger 3'14 said...

Para no tener que decir mucho al respecto, "deu ni dó" que decimos por aquí.. que viene a equivaler al "'ayva' la hóstia!" de los vascos, vamos, ¡Menuda cantidad! Pero que tratándose de ti, nunca sobrante de calidad. Bueno, mejor salgo de este bonito jardín XD
El caso es que anoche vi "Night Moves", por recomendación de mi chico y como homenaje al difunto reciente, hoy no haré lo propio con Curtis, que de este ya he visto algunas cosas, y tampoco es muy de mi agrado. El recuerdo más marcado que tengo de Tony Curtis es la insistencia de mi madre en encontrarle parecido (i)razonable con mi padre, aunque bueno, también se lo encontraba con Carlos Larragaña... Quizás por proximidad sí se pareciera más a este último... en fin.. bueno, salgo del segundo jardín en el que me meto hoy...

Creo que de ambos no me queda nada nuevo por descubrir pues... visto anoche lo mejorcito que pudo hacer Arthur Penn, el estrangular de Boston y poco más de Curtis, sólo nos queda decir DEP.

9:34 AM  
Blogger 3'14 said...

DOR, estrangulador! (no, no, lo te lo digo a ti, es que había escrito: estrangular) ;)

10:02 AM  
Blogger SisterBoy said...

¿Y qué te pareció Night Moves?

10:54 AM  
Blogger 3'14 said...

Mi chico dice que no tengo puta idea de cine, palabras textuales, ja, porque después de verla le digo: bueno, se deja ver... a mí este tipo de pelis no me llaman mucho la atención, vamos, setenteras, con detective duro como el acero y justiciero al frente de una investigación llena de crímenes, rollo Harry callahan, o la propia San Francisco, ciudad desnuda, de la que por cierto, colgaste en su día una escena para que averiguásemos de qué peli se trataba... Si la dan por la TV la miro, porqué es entretenida, pero poco más...
Luego, fijándome un poco más en profundidad, Night moves, es una peli con un guión a mi parecer muy bien construido, con un personaje protagonista notablemente elaborado, diálogos potentes, e interesante reparto (con Gene Hackman difícil que así no sea), Una Melanie Griffith muy jovencita, a la cual no reconocí y me sorprendió luego cuando me fijé en el reparto, y a quien sí identifiqué fue a James Woods.
Los aspectos técnicos etc, se me escapan, no tengo la osadía de afirmar si está correctamente rodada o no. Al principio me salta bastante la rapidez con la que pasa de una escena a otra. "Ahora estoy en la oficina buscando a mi mujer, ahora en el domicilio de mi clienta..." Pero es interesante... Se desprende completamente de lo innecesario, lo que no me sorprende entonces que con semejantes elipsis el metraje sea de escasa hora y media. Lo cual también agradezco... no creo que pudiera soportar más de dos horas de película policiaca, por más que me gustase.
Lo que en El halcón maltés podía resultar incluso glamuroso, aquí se presenta como decadencia y sordidez... (Comentario añadido por la alusión directa al cine negro de los 40)
Y me hace mucha gracia el chiste sobre el cine francés, ya no porque sea como contemplar la hierba crecer (se nota que todavía no había llegado el furor por el cine asiático, aparte de samurais y kung fú...), es por lo pretencioso que en muchas ocasiones resulta...

12:19 PM  
Blogger SisterBoy said...

Jejeje a mí también me hizo gracia el chiste aunque no esté de acuerdo con aplicar esa máxima al cine de Rohmer aunque sí a otros representantes del cine francés, entre ellos uno que acaba de palmarla.

No puedo responder a tus observaciones sobre Night Moves porque hace siglos que no la veo, buena excusa para recuperarla pardiez.

1:17 PM  
Blogger Slim said...

ah que horror la foto de tony curtis de mayor!! pero quien pudo haberle aconsejado?-
se te olvida nombrar que es padre de Jamie Lee Curtis, para mi una gran comedianta-
en cuanto a sus peliculas, me parecio genial en Con faldas y a lo loco y la del estrangulador la vi de pequeña y casi me muero, es de esas peliculas que te dejan impactada, mas si eres menor de edad!

en cuanto al director arthur penn, apenas puedo hablar mas que de la ultima escena de bonnie and clide, cosa que has hecho tu ya. Y tambien de la pelicula de la sorda, que a las monjas de mi colegio les encantaba, y nos la ponian año si año tambien!! (nos parecia un rollo!!)

9:26 AM  
Blogger SisterBoy said...

Y eso que Jamie Lee empezó como una scream queen en películas como Halloween y El tren del terror (película donde conseguía la hazaña de cruzar un vagón entero con un sólo grito y sin respirar).

Nunca he visto la película de la sordo-muda-ciega, a nosotros nos ponían Ben-Hur, Quo Vadis y cosas por el estilo

9:50 AM  
Blogger El Impenitente said...

A mí Tony Curtis siempre me recordo a Carlos Larrañaga.

La película del submarino rosa (creo que era "Operación Pacífico") es una obra maestra cumbre totémica y sin parangón.

Supongo que el final de "Dos hombres y un destino" y la muerte de Santino Corleone serán deudores de Arthur Penn.

Si todo el cine de Rohmer es como "Cuento de otoño" me gusta ver crecer la hierba.

11:37 AM  
Blogger SisterBoy said...

Oh encantadora película Operación Pacífico, lamento no haberla mencionado.

Casi todo lo que he visto de Rohmer es igualmente encantador, cuando quieras te hago una lista de must see

12:21 PM  
Blogger El Impenitente said...

No te la pido todavía pero te la pediré cuando termine mi periodo de excedencia cinéfila. Te pediré muchas listas, me temo.

1:06 AM  
Blogger SisterBoy said...

Dont worry, por si no te habías dado cuenta, ¡adoro! las listas

6:11 AM  
Blogger 3'14 said...

Yo adoro a los listos.

2:07 AM  

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