Thursday, March 04, 2010

Preludio al sueño de un cineista

Dos películas que he visto y que comento aquí como entretenimiento mientras espero que llegue el día de la ceremonia de los Oscars que espero ver sin quedarme dormido.

1. La educación cultural





Historia de amor entre David, un hombre adulto (no recuerdo que en la película se mencione su edad aunque se supone que debe rondar la treintena) y Jenny, una adolescente de dieciséis años, personaje interpretado por una actriz (la hasta ahora desconocida Carey Mulligan) que tiene exactamente veinticuatro. No es ni mucho menos la primera vez que un actor da vida a alguien que tiene ocho años menos que él pero se supone que el director de la película (aunque la responsabilidad técnica recaiga en maquilladores y directores de fotografía es el director el responsable final de lo que se ve en pantalla) debe contribuir a proporcionar veracidad al engaño y lo cierto es que, en las primeras escenas, a la pobre chica la sacan con unas arrugas en la frente y en la boca que hacen muy difícil que te creas que tenga la edad que pretende tener.




Resulta un detalle algo desagradable y, lo que es más importante, dificulta que el espectador se implique en la historia, algo que es imprescindible en cualquier manifestación artística. Pero por suerte el excelente trabajo de Mulligan hace que te olvides de tal circunstancia y contribuye también a salvar la película de otros deméritos de realización como por ejemplo la sorprendente falta de ritmo y tensión de algunas escenas que deberían ser clave como la primera relación sexual de la pareja o el tan largamente ansiado (por ella) viaje a París.


Pero repito que todo eso al final resulta ser algo secundario porque lo verdaderamente importante es el personaje de Jenny y la transformación que tiene lugar en su vida (que no en su personalidad) gracias a su relación con David. No se trata de una revolución sexual (algo que en cierta manera ya anunciaba el rótulo de “no recomendable para menores de siete años” que precedía a la proyección) ya que ninguno de los dos amantes (ni tampoco el guionista de la película) parece tener demasiada prisa ni demasiado interés en ese aspecto de sus relaciones. Tampoco es una historia de amor al uso puesto que Jenny parece más atraída por la posibilidad de escape que le ofrece el diletante modo de vida de David que por otra cosa, quizás por eso decide seguir adelante con el noviazgo a pesar de descubrir que el hombre no es más que un estafador de poca monta.


Para mí el aspecto fundamental del filme reside precisamente en la apasionada búsqueda que la muchacha hace de algo que todavía no existe. Ninguno de los modelos femeninos que rodean a la protagonista de esta historia parece estimularle demasiado, no quiere ser una complaciente ama de casa como su madre (la extraordinaria Cara Seymour), ni tampoco un florero cabeza de chorlito como la amante del cómplice de David. Aunque la alternativa a esos dos tradicionales modos de vida (alternativa que pasa por conseguir entrar en Oxford por más que sus padres lo vean únicamente como un modo de cazar marido) tampoco resulta demasiado satisfactoria pues Jenny tampoco quiere terminar como una reseca maestra de escuela (Olivia Williams) destino inevitable de las mujeres con estudios y sin marido.

Lo que le depara el futuro a Jenny (alter ego de la periodista Lynn Barber) tendrá que venir íntimamente ligado al tiempo y el lugar en el que vive, el Londres de 1961, que estaba a punto de experimentar una transformación que pronto se extendería por todo el mundo.



En resumen una película en ocasiones algo desangelada y con una dirección bastante irregular pero que logra remontar el vuelo gracias al interés que despiertan las tribulaciones de su protagonista y al excelente reparto que la acompaña.



2. Kiss me deadly


Antes que nada quisiera agradecer, a quien quiera que sea, el hecho de que algunas títulos de películas de habla inglesa difíciles de traducir de forma literal, (¿cómo se traduce The Lovely bones al español? ¿Los huesos amorosos?) se mantengan en su idioma original y no se cambien por otros como “Con amor desde el más allá” o alguna gilipollez por el estilo.

Dicho esto empezaré diciendo que siento cierta debilidad por ese subgénero denominado “dramas de ultratumba”, es decir películas en las que se trata alguna clase de conflicto dramático (generalmente amoroso) que se dirime entre la tierra y algo parecido a un limbo o zona crepuscular en la transita alguien que ya no está vivo pero que tampoco está definitivamente muerto. “El cielo puede esperar” o “Ghost” podrían ser ejemplos de esta clase de películas.

Claro que esto no significa que tenga uno que tragarse cualquier porquería por mucho que se adscriba a los parámetros de este supuesto sub género, estoy pensando por ejemplo en la serie de televisión “Entre fantasmas” que sólo genera deseos de disparar contra Jennife Love Hewitt cada tres segundos. O aquella otra película tan pringosa (y no digo esto únicamente en sentido figurado como sabrá todo aquel que la haya visto) llamada “Más allá de los sueños”.



Todo esto viene a cuento de que antes de entrar a ver “The lovely bones” aceptaba y admitía a priori todas las acusaciones que había recibido: en general la de ser remilgada, cursi, ñoña, sensiblera, lacrimógena y bla bla bla. Posiblemente sea todas estas cosas pero tratándose de lo que se trata es casi una obligación responder a estos calificativos al igual que en un western se considera necesario que salgan caballos.
De todos modos hay que decir que, a pesar de su aparente simpleza, “The lovely bones” es una película que, al menos en el aspecto formal, ofrece múltiples propuestas narrativas. Y curiosamente la más espectacular de ellas (ese limbo new age plagado de imágenes surrealistas que se han convertido en el estandarte del filme, al menos en los trailers que he visto) es también la menos interesante.
Como es sabido la película gira en torno a la corta vida de Susie Salmon (personaje interpretado por Saoirse Ronan una actriz que resulta ser una mezcla de Chloe Sevigny y los ojos del monstruo de “Salems Lot”), una joven de catorce años que, después de ser asesinada, se queda levitando entre este mundo y el otro mientras espera a que alguien dé con sus amorosos huesos.

Pero de forma paralela (nunca mejor dicho como intentaré explicar a continuación) a este argumento se desarrolla también un conmovedor melodrama en torno a cómo la familia de la niña afronta una pérdida tan trágica y absurda. En especial el modo en que se muestra la frustración y la culpabilidad de los padres llega a ser verdaderamente doloroso y todo ello pese a la escasa empatía que despiertan actores como Mark Whalberg y Rachel Weisz.


Pero en el mismo tiempo en el que sucede todo esto tiene también lugar un eficaz thriller en torno a la búsqueda del asesino. Dicha eficacia no tiene que ver con la identidad del criminal (algo que se conoce desde el primer momento) sino con la descripción de su perversa personalidad o mejor dicho de sus perversos métodos (lo que sucede en el interior de personas como esta siempre será un misterio). A este respecto la prodigiosa interpretación de Stanley Tucci contribuye a crear un villano verdaderamente memorable, en concreto la escena en la que el asesino, justo después de cometer el crimen, yace tumbado en la bañera con el rostro deshecho de satisfacción justifica sin duda el visionado de esta película.



Así pues paradójicamente lo que se supone que es la base del argumento (Susie in the sky with diamonds) es lo que menos interesa, tanto que incluso llegas a olvidarte de la pobre chica que únicamente funciona en su papel de simple víctima en la larga introducción que tiene lugar hasta su muerte, sobre todo cuando en ese momento empieza a intervenir en el drama su hermana menor (Rose Mlcver) que pasa de ser poco más que una figurante a convertirse en la verdadera protagonista de la historia en una progresión verdaderamente brillante.



De todos modos, y como era también de esperar, cada una de estas vertientes (la mística, la familiar y la criminal) se resolverán de forma satisfactoria o al menos admisible por más que esto se haga a través de algunas de las escenas más sonrojantes de la película, algo que no molestará al público objetivo de esta clase de productos cuyo finalidad, posiblemente ya desde el original literario, es tratar de dotar de alguna clase de sentido elevado a algo que en el fondo no es sino un vulgar y triste acontecimiento.

11 Comments:

Blogger El Impenitente said...

Pues tiene su mérito Jennifer Love Hewitt. Yo también la mataría pues sólo alcanzo a ver que -como soy la productora tengo que salir en todas las escenas y siempre divina y siempre encantadora- y eso me produce sarpullidos. pero el caso es que la gente la ve y se engancha con la serie. Pero, bueno, también hay gente que no puede pasar sin ver a Belén Esteban. En fin, no digo nada. Que si organizas un comando para liquidar a la Jennifer, que me apunto.

De Mark Whalberg sólo tengo la duda de saber si lo que enseñaba en la última escena de "Booggie nights" era suyo o tenía truco.

1:18 AM  
Blogger Ra está en la aldea said...

Jennifer Love Hewitt recibió el "Love" por su amoroso carácter. Con eso está todo dicho.
Esta tarde veré An education, así que me alejo de tu post hasta dentro de un rato.

1:39 AM  
Blogger SisterBoy said...

Impenitente esa pregunta sobre la chipichanga de Marky Mark nos la hemos hecho todos (y todas) pero a pesar de que por lo visto el muchacho está bien dotado, lo que se ve en esa escena es un postizo.

Ra te pasas por aquí después y ya me dices tu opinión femenina sobre las arrugas de la Mulligan

2:05 AM  
Blogger Ra está en la aldea said...

Pues ya la he visto. Creo que efectivamente las patas de gallo no son muy de quinceañera, pero tampoco las arruguillas que tiene en el cuello. De todos modos es criticar por criticar, porque a mí no me ha chirriado en absoluto y creo que da el pego perfectamente, con su peinado y su uniforme. El resultado no es nada Raquel Meroño en "Alsa".
Y consuela mucho saber que lo que le espera a Jenny son los años sesenta... y no la guerra civil.

10:19 AM  
Blogger SisterBoy said...

Ya, por eso digo que la chica lo hace también que te olvidas un poco del desfase. Y bueno, yo no soy de los que se quejan de la época en la que nació, de hecho creo que soy afortunado en ese aspecto pero vamos ¿quién no querría tener 17 años en Londres y en 1961?

11:48 AM  
Blogger Armin Tamzarian said...

Lo de Whalberg en Boogie Nights era una prótesis, en una entrevista que leí dijo que la guardó de recuerdo incluso.

Y la última de Jackson, una primera media hora correcta pero el resto se me hizo aburrido, pretencioso y las ensoñaciones dignas de anuncios de tampones, con lo buena que era Criaturas Celestiales.

3:00 PM  
Blogger SisterBoy said...

Sospecho que en el caso de Jackson la pérdida de talento ha venido pareja con la pérdida de la gordura. ¿Alguien se imagina un Hitchcock gordo? pues eso

3:17 PM  
Blogger JRB said...

No he visto todavía ninguna de las dos. "Una educación" caerá este fin de semana, para llegar a la noche de los Oscars con los deberes hechos.
De la de Jackson leí la novela y pasaba lo mismo que cuentas. Las partes del Cielo eran un coñazo e insufriblemente cursis, pero toda la parte en la Tierra, con la familia de la protagonista, sus amigos y el asesino, eran muy pero que muy entretenida y hasta emotiva.
Eso sí, Mark Whalberg de padre me parece un error de casting. Que Mark Whalberg salga en cualquier película ya me parece un error de casting, pero en esta supongo que aún más.

5:58 AM  
Blogger SisterBoy said...

Yo después de lo de Will Smith haciendo de Mohamed Ali ya me lo creo todo.

Para completar del todo mis deberes con los Oscars debería ver la de Jeff Bridges (Corazón rebelde o algo así) pero no quiero verla doblada

6:13 AM  
Blogger Deckard said...

A mi "The lovely bones" más o menos me ha gustado, aunque no creo que las tres vertientes narrativas casen del todo bien. Pero las furibundas críticas las veo como un ajuste de cuentas típico hacia alguien que triunfa.

7:05 AM  
Blogger SisterBoy said...

Las furibundas críticas provendran, como suele ser costumbre, de gente que no sabía lo que iba a ver, o que fueron a verla para después ponerla a caer de un burro, actitud más absurda todavía.

2:44 PM  

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